Reflexión en torno al 9 de Julio y la libertad interior.

El 9 de julio de 1816, nuestras tierras dijeron basta. Basta de imposiciones, de lejanías que decidían por nosotros, de cadenas invisibles que frenaban los sueños. Ese día se declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y con ella nació una nueva etapa.

Pero la independencia no es solo un hito histórico. También es un proceso íntimo y vital que, como personas, transitamos a lo largo de la vida.

Independizarnos es mucho más que valernos por nosotros mismos. Es aprender a valorar el esfuerzo, el trabajo digno, el compromiso con lo que somos y hacemos. Es crecer, madurar, y tomar decisiones conscientes. Es mirar cada día como una oportunidad para ser mejores, para ser más auténticos, para ser más humanos.

Así como aquellos congresales de Tucumán asumieron la responsabilidad de forjar un destino común, hoy cada uno de nosotros puede elegir dar un paso hacia su libertad interior. Romper con lo que nos limita, lo que nos frena, lo que ya no habla de lo que verdaderamente somos.

Este 9 de julio, además de celebrar nuestra independencia como país, hagamos espacio para preguntarnos:
¿Qué me hace libre? ¿Qué decisiones me acercan a mi mejor versión? ¿Qué compromisos elijo asumir conmigo mismo y con los demás?


Porque la libertad también se honra cada día, con conciencia, con trabajo y con esperanza.